Hace muchos años, sin tener claro aún qué podía hacer me acerqué al manicomio de Nuestra Señora de las Nieves en la ciudad de Vitoria (Alava), llegué advertido de que si osaba entrar, mi sueño por la psiquiatría habría acabado. Hoy años después al evocarlo solo aparece el cariño y agradecimiento por aquella experiencia y quienes me la hicieron posible. Gracias.